Viviendo en el extranjero te das cuenta que muchos días señalados que para ti son importantes pasan desapercibidos porque en tu nuevo hogar no se celebran. Al igual que hay tradiciones que se pierden, adquieres otras nuevas que te hacen crecer y adaptarte a tu nueva ciudad y esto es lo que nos está pasando a las sex in brussels.
El pasado 23 de abril, los catalanes celebraban uno de sus días más señalados (y para mi, uno de los más mágicos del año) la festividad de Sant Jordi.
"Cuenta la leyenda que la villa de Montblanc estaba siendo aterrorizada por un colosal dragón. La bestia se había instalado a las afueras del pueblo, infectando el aire y el agua con su aliento apestoso y causando estragos entre el ganado. En su búsqueda de alimento, cada vez se aproximaba más a las murallas, por lo que los vecinos tuvieron que buscar una forma de mantenerlo apartado. Empezaron dándole de comer ovejas; cuando éstas se acabaron, siguieron con los bueyes, y luego con los caballos. Y por fin no tuvieron más remedio que sacrificar a los propios habitantes. Se metieron los nombres de todos en un puchero, también el del rey, y el de su hija la princesa, y cada día una mano inocente decidía quien moriría la mañana siguiente. Y una tarde la escogida fue la princesa. Dicen unos que el rey lloró y suplicó a sus súbditos por la vida de su hija, pero que de nada le sirvió, ya que no era el único padre desconsolado. Cuentan otros que el rey entregó a su hija con valentía y entereza. Sea como fuere, la joven salió de las murallas y se dirigió hacia su triste destino.
Cuando el terrible dragón avanzaba hacia ella, surgió entre la bruma un hermoso caballero vestido de blanco sobre un caballo blanco que arremetió contra la bestia. El animal, herido, se sometió al caballero, que le ató al cuello un extremo del cinturón de la princesa. La dama tomó el otro extremo del cinturón y, para pasmo de los pobladores de Montblanc, condujo al dragón como a un perrito hasta la puerta de la ciudad. Allí, a la vista de todos, el caballero remató a la bestia de un certero golpe de lanza. Dicen que un gran charco de sangre se formó a los pies del caballero. Sea como fuere, en aquel mismo instante creció un rosal y de sus ramas brotaron rojas rosas. Jordi, que es como se llamaba el caballero, obsequió a la princesa con una de esas rosas.
Semejante gesta hizo que el santo caballero alcanzase fama y popularidad durante la Edad media, y que fuera escogido patrón de la caballería y la nobleza."
Desde entonces la tradición se mantiene y los hombres regalan a sus amadas una rosa (normalmente roja, aunque ahora las hay de todos los colores, incluso blaugranas), y las mujeres obsequian a sus queridos con un libro (ya que la festividad coincide con el día del libro en toda España). Por ello, para los catalanes, sant Jordi es también el día de los enamorados y es una gran fiesta que tiñe las calles con rosas, libros y senyeres (bandera catalana).
Esta hermosa fiesta no podía pasar desapercibida para la catalana del grupo que tras su pesadísima insistencia convenció al resto para celebrar la festividad (además que la aragonesa también estaba de acuerdo en celebrarlo, ya que San Jorge es el patrón de Aragón). Tras un sorteo estilo "amigo invisible" acordamos regalar un libro o una rosa tras una cenita en el hostal del grupo (conocido también como casa de Charlotte y Samantha- aunque Miranda ofreció la suya con mucho amor-).
Una fantástica noche que ayudó a dar a conocer una de las fiestas catalanas más bonitas y que hizo sacar más de una sonrisa a una catalana con morriña. Muchas gracias chicas.
Miranda
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